Texto Nicolás Rey, Ilustraciones Luisa Martínez
Entre 2013 y 2016 la inversión en actividades de ciencia, tecnología e innovación (ACTI) en Colombia subió cerca de un 18.8%. Los datos del Observatorio Colombiano de Ciencia y Tecnología sugieren un incremento de 4.8 a 5.8 billones de pesos en la inversión en este rubro, sin embargo, a falta de mejor información, las siguientes evidencias muestran que los resultados no son los deseados.
La calificación general
El bombillo está quebrado, ¿con qué lo curaremos?...
El Índice Global de Innovación -GII- generado y co-publicado por la Universidad de Cornell, INSEAD y WIPO, muestra que, para el periodo descrito, el país retrocedió en más de 3 puntos pasando de 37,4 en 2013 a 34,2 en 2016. También deja ver -como se aprecia en la gráfica- que esa misma tendencia de retroceso permanece hasta hoy.
Datos: Global Innovation Index, Gráfica: Pixel.
El GII mide varias dimensiones o aspectos de la innovación, dentro de las cuales el país obtuvo el siguiente rendimiento.
Los dos peores aspectos evaluados para el país, tanto porque son los que presentan la mayor tendencia hacia la baja, como porque nominalmente en 2019 obtuvieron la calificación más pobre de todos los aspectos evaluados hasta la fecha, son justamente los relacionados con los resultados; tanto de ciencia y tecnología, como de los llamados “productos creativos”.
Datos: Global Innovation Index, Gráfica: Pixel.
A falta de un mecanismo mejor, el GII sirve como marco de referencia comparativo entre los países e incluso Colombia a través del Departamento Nacional de Planeación lo implementó con el nombre de IDIC -Índice Departamental de Innovación para Colombia-, por lo que no cabe pensar que éste no sea un instrumento formal y confiable para el gobierno nacional.
Los aportes de la industria, los servicios y el comercio
...déjeme quieta, ahora sí les entró el afán.
La EDIT -Encuesta de Desarrollo e Innovación Tecnológica- aplicada por el DANE tanto a la industria manufacturera como a la de servicios y comercio entre 2015 y 2017 revela entre otros, los siguientes datos:
Sobre la industria (2015 - 2016)
- El 74.7% de las empresas manufactureras no son innovadoras, 3.6% lo son potencialmente, 21.5% lo son en un sentido amplio y apenas 0.2% son innovadoras en un sentido estricto. Es decir que, de las 8.610 empresas encuestadas, tan solo 17 innovan desarrollando verdaderos nuevos productos y servicios.
- Ahora bien, cerca del 12% de las innovaciones tienen aplicación en el mercado nacional y apenas 2% en el internacional: en total 198 nuevos servicios y productos.
Sobre el comercio y los servicios (2016 - 2017)
- El mejor promedio de empresas innovadoras en función de sus resultados dentro de un subsector lo obtuvieron los centros de investigación y desarrollo con un 5%, seguido de las instituciones de educación superior con un 4.8%. En otras palabras, de las organizaciones llamadas a investigar y desarrollar el nuevo conocimiento en el país, en promedio solo el 5% lograron resultados suficientes como para ser clasificadas como innovadoras en un sentido estricto. En valores nominales un total de 14 organizaciones.
- Del resto de los subsectores analizados, tan solo 2 organizaciones obtienen dicha clasificación, una en el subsector de telecomunicaciones y otra en el de la salud humana.
- Del 100% de las innovaciones en nuevos servicios o productos, tan solo el 6.1% tiene aplicación en el mercado nacional y un 0.6% en el mercado internacional. Esto corresponde a 245 nuevos servicios y productos para el sector.
El aporte del estado: la cuestión del presupuesto oficial
¡Niño no moleste!, no ve que estoy con un cliente.
México autorizó un presupuesto estatal de USD 4.772 millones aproximadamente para 2019, Chile uno de USD 941 millones, mientras que para Colombia esta cifra apenas alcanzó los USD 110 millones.
¿En qué se invierte ese presupuesto oficial?
Que pereza, yo mejor me quedo aquí quietica.
Según la citada -Encuesta de Desarrollo e Innovación Tecnológica-, para el caso de la industria, en 2015 solo se invirtieron en actividades científicas, tecnológicas y de innovación recursos públicos por $13.354 millones de pesos. Es decir, un 4% del presupuesto total asignado para el rubro de ciencia y tecnología de ese año. Cifra que no mejoró tampoco en 2016, cuando cayó al 3.1%.
Para el sector de servicios, la situación fue similar y la misma fuente relacionó para 2016 una proporción del 7.1% y para el 2017 del 6.8%.
Naturalmente, el presupuesto oficial no es el único que se invierte en el país en actividades científicas, tecnológicas y de innovación. Por ejemplo, la mayoría de los $2.5 billones de pesos que invirtieron las empresas manufactureras en 2015 salieron de sus propios bolsillos y en una menor proporción de la banca privada, por lo que no se puede juzgar de timoratas a las empresas a la hora de poner “su granito de arena”.
La gente y las becas
Vuela, vuela...
Del presupuesto asignado a Colciencias, durante los últimos 6 años -2013 a 2018- se ha invertido en promedio un 60.5% en el rubro de “Apoyo a la formación para I+D”, es decir en becas para maestrías, doctorados y otros estudios especializados.
El presupuesto invertido se tradujo en casi 11.000 becas asignadas desde 2012 a 2016, de las cuales han sido utilizadas cerca de 9.400.
No obstante, lo anterior contrasta con que según los industriales -cifras de la misma encuesta EDIT-, tan solo el 3,8% del personal asignado a las ACTI eran graduados de una maestría y apenas el 0,5% doctores titulados. Es decir, unos 775 maestros y unos 102 doctores en promedio aproximadamente para un total de 8.610 empresas.
Para el sector de servicios el indicador cambia sustancialmente al reportar un 21,1% de maestros y un 9,9% de doctores en promedio. Sin embargo, hay un subsector que aporta en gran medida a esto y es el de las instituciones educativas de educación superior, los cuales, si se descuentan muestran una realidad más parecida al del sector industrial con 3,6% de maestros y 0,88% de doctores asignados a las ACTI.
En total, si se suman los sectores industriales y de servicios -sin contar a las instituciones educativas-, son aproximadamente 500 doctores y 2.000 maestros los que se dedican a las actividades científicas, tecnológicas y de innovación para más 17.000 empresas.
Conclusiones a manera de ñapa
La conclusión de este breve compendio de cifras oficiales es que no hay duda: estamos rajados en innovación, ciencia y tecnología y antes que mejorar con el tiempo, los resultados empeoran.
En lo que peor estamos es en materia de resultados: demostraciones aplicables en los mercados de que las ACTI nacionales producen una verdadera ventaja competitiva. Esta observación se percibe incluso en la misma información oficial en donde el enfoque está más que nada en la gestión, pero poco en los resultados.
Si el principal aporte económico lo efectúan los empresarios con sus propios recursos o vía crédito, es natural que éstos los inviertan en aquello que consideren prioritario para sus respectivos intereses. Una de esas prioridades parece ser el mejoramiento de procesos internos, muy compatible con nuestra realidad empresarial que antes de proyectarse al futuro vive intentando ponerse al día. El pobre apoyo real del estado tiene otro efecto secundario indeseado: el objeto de las ACTI puede no estar alineado ni moderado por políticas públicas consistentes con las necesidades del país.
La escasa inversión pública se consume formando a personas -uno de los aspectos más relevantes para la gestión de la ciencia, la tecnología y la innovación- lo que en la práctica no necesariamente asegura que esa inversión se convierta primordialmente en un activo de provecho para la sociedad colombiana, antes que en uno particular para la persona en la que se materializa.
Las causas que esgrimen las empresas que deciden no desarrollar actividades científicas, tecnológicas y de innovación son en su orden: escasez de recursos propios, dificultades para acceder a la financiación, incertidumbre frente a la demanda de productos innovadores y facilidad de imitación. Datos estos que surgen de la misma EDIT y que no hacen sino confirmar que nuestra pobreza nos está haciendo cada vez más pobres.
No hace falta un texto como este para ver qué tan lejos estamos de la eterna promesa electorera de cerrar la brecha en materia de ciencia, tecnología e innovación, pero unas evidencias como las que aquí se presentan sí nos muestran la magnitud del problema.
Quisiéramos creer que estas evidencias no son reales y que los meritorios casos de éxito que por supuesto existen realmente abundan. Por eso, invitamos a todos los que conozcan tales experiencias para que por favor las comparta con nosotros, estaremos encantados de saber que este texto se equivoca y de demostrar que a pesar de lo que “indican los indicadores”, sí hay una fuerza de innovación que aunque subterránea es consistente, productiva y adecuada para la escala del país.
Referencias y fuentes:
The contribution of services to development: The role of regulation and trade liberalisation Cali, Ellis & Willem te Velde
https://www.odi.org/sites/odi.org.uk/files/odi-assets/publications-opinion-files/3484.pdf
The Service Economy OECD
http://www.oecd.org/industry/ind/2090561.pdf
Encuesta de desarrollo e innovación tecnológica - EDIT DANE
https://www.dane.gov.co/index.php/estadisticas-por-tema/tecnologia-e-innovacion/encuesta-de-desarrollo-e-innovacion-tecnologica-edit
Global Innovation Index Cornell, INSEAD, WIPO
https://www.globalinnovationindex.org/analysis-indicator
Información de presupuesto de Colciencias
https://www.colciencias.gov.co/la-ciencia-en-cifras/presupuesto-colciencias
Boletín estadístico No. 5 de 2017 Colciencias
https://www.colciencias.gov.co/sites/default/files/ckeditor_files/Boletin-Estadistico2017_Final.pdf, https://www.colciencias.gov.co/la-ciencia-en-cifras/presupuesto-colciencias
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